El Gobierno se ha empeñado en convertir al 21 de junio en una
celebración nacional, que recuerda el Año Nuevo Aymara, que luego pasó a
ser andino amazónico y que ahora se llama andino amazónico y del Chaco. Hay que reconocer que ese objetivo ha sido conseguido. Hace una semana, el 21 de junio, Bolivia estuvo de fiesta y, como corresponde, tuvo que tomarse el feriado y festejar
con las manos en alto.
Al margen del debate sobre si realmente en esta fecha se comienza un nuevo año
en nuestra cultura, lo que ocurre es que la mayoría disfruta del
feriado porque a nadie, excepto a las empresas productivas, les cae mal
un día libre en la semana.
Dos semanas atrás, el país ya estuvo de feriado por el Corpus
Christi y al paso de una semana tiene otro día de asueto por el año nuevo originario.
Muy conveniente ha resultado ser plurinacional porque así celebramos las
fiestas católicas y también las andinas, lo que de igual forma ocurre
con las fiestas patrias que ahora se han desdoblado entre el 6 de agosto
y el 22 de enero.
No queda otra que sumarse al festejo, pero de ahí a decir que éste
es un día de "recogimiento espiritual”, hay un largo trecho.
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