Se dice que las palabras se las lleva el viento; pero en
realidad no, no se las lleva el viento, tampoco van a ninguna parte, las
palabras edifican o destruyen, así también las actitudes. Estas palabras son para mi profesor, a quien
quiero decirle que el tiempo invertido, su esfuerzo y sobre todo su entusiasmo
y dedicación tienen el poder de transformar la vida de un estudiante.
Un buen maestro sabe
usar esa capacidad para utilizarla en beneficio de su estudiante, el maestro
que impulsa es el maestro capaz de transformar y edificar.
Gracias por su entrega, por compartir su sabiduría e
impulsarnos en seguir adelante con valores y sembrando conocimiento en cada uno
de nosotros, tenga la seguridad que compartir su valioso conocimiento nos ayuda
a lograrlo; ¡gracias por su tiempo y esfuerzo, querido profesor, es sabido que
para dar hay que tener!
Agradecerle es sembrar una semilla de gratitud, teniendo la
certeza que hará de ella un árbol frondoso para dar sombra a quien lo necesite.
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