lunes, 5 de junio de 2017

Lo mejor no estuvo al principio en la feria

Los paraguas no hicieron falta afuera, la lluvia fue de libros

El miércoles 31 de mayo se dio inicio a la XVIII Feria Internacional del libro en Santa Cruz de la Sierra y a decir verdad, esta
ba un poco escéptica de lo que encontraría en tal evento; y digo escéptica, por los comentarios de los cruceños respecto a las ferias anteriores.

Pasada las siete y media de la noche, me dirigí a la venta de boletos para el ingreso y a decir verdad, el personal estaba poco preparado para atender a un número considerable que tenía el mismo fin: recibir un trato amigable y conocer la feria.

Con este encuentro poco grato, comencé a caminar entre los pabellones de la Feria y estaba un poco confundida por la falta de orden, así como por la escasa señalización. Al entrar, lo primero que vi fue una exhibición automotriz de quién sabe qué carro. ¿Esta es la concepción de cultura? reflexioné.

Pregunté a personas alrededor y finalmente llegué al pabellón principal. Para mi sorpresa, ¡habían libros! Y no precisamente de Coelho. Esto me subió el ánimo que había perdido al llegar. El primer stand que me llamó la atención fue el de MundoLibros. Predominaban libros empastados de colección; como los TASCHEN; desde The Rolling Stones hasta una biblia de la fotografía; claro que la atención del señor Franco Mercado, el vendedor, hizo aún más ameno el encuentro.

Igualar este puesto iba a ser un poco difícil, sin embargo, la gran mayoría de puestos tenían libros de cultura general, novelas clásicas como las de García Márquez, Murakami y hasta los cuentos negros de Edgar Allan Poe.

Por supuesto que estaban los patrocinadores del evento, como lo es la telefónica Viva. Tenía tres pilares con audífonos reproduciendo canciones de Bob Dylan. No me malinterpreten, me encantó escuchar a Dylan pero me pregunto: si es una feria boliviana, ¿por qué no promover el talento nacional? A la próxima se lo pregunto a los organizadores.

La Biblioteca del Bicentenario de Bolivia también estuvo presente. El diseño de su stand destacaba por las tres “B” de sus siglas en forma de estantes para libros y, curiosamente, estaban conmemorando los 150 años de la publicación de El Capital de Marx, los 100 años de la Revolución Rusa -con su respectivo póster de Lenin- y los 50 años del asesinato de “El Ché”. Una magnífica idea hubiese sido regalar los libros, haciéndole tributo al socialismo-comunismo.

En el stand de Mujeres Creando destacaban la colección de antihéroes y antiprimcesas, en otros pabellones hay exposiciones de obras al óleo y venta de accesorios para libros, así como puestos de café, una sección para sacar fotos con “marcos” populares de las redes sociales para promover el evento.

Luego de pasear todo el pabellón, quedé con una sonrisa al ver que al menos Santa Cruz está tratando de mejorar el evento; claro que no iguala a la Feria del Libro de Madrid o Buenos Aires e inclusive la de Caracas, pero están en camino.


Depende de los cruceños seguir fomentando el gusto, amor por la lectura y eventos que involucren la cultura. No se puede esperar cambios en la sociedad si no se aporta de manera individual.

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