miércoles, 28 de junio de 2017

Tómate tu tiempo.

Lento, pausado, con calma, tranquilos y pensante de cada paso que damos... es una buena mezcla, un buen consejo, un buen plan, pero que lastimosamente hoy en día nadie aplica. La gente está tan acostumbrada a un ritmo de vida veloz que no se detienen ni siquiera para pensar en cuán beneficioso es para ellos el bajar la velocidad en todos los aspectos de la vida.


Tristemente las personas solo toman conciencia de la “peligrosidad de la velocidad” o sobre “cuánto nos puede llegar a afectar”, cuando se conoce a través de las noticias los accidentes de tránsito, que en su mayoría son por exceso de prisa de los conductores que no miden las consecuencias y ahí terminan muertos o matando a inocentes. Increíblemente estos hechos los vemos a diario, uno más atroz que otro, pero los choferes siguen imprimiento altas velocidades, pisando el acelerador a fondo como si ni les inmutara ver el dolor de tanta gente por estos accidentes.


Pero no solo en estos casos la velocidad es peligrosa.


En la vida cotidiana, hay muchos ejemplos en los que ir de prisa o apresurar las cosas pueden traer consecuencias. Apresurar la “adultez” es una de ellas, muchas chicas  y chicos buscan quemar etapas muy rápido y terminan mal, también esté el hacer un trabajo “a la rápida” nos puede traer consecuencias serias e incluso podemos a llegar a trabajar el doble y emplear más tiempo del que necesitaríamos si hiciéramos las cosas pausadamente y con calma.


Hay un viejo dicho que reza que “no por hacer más rápido las cosas significa que estén bien hechas”, cada cosa debe tomarse su tiempo. Desde despertar, caminar, comer, aprender entre otras.

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