viernes, 2 de junio de 2017

Crónica de una feria anunciada

Un dragón destaca en la decoración del pabellón infantil de la FIL
El 31 de Mayo se inauguró la 18° versión de la Feria del Libro de Santa Cruz de la Sierra, fue una noche fría en la que se abrieron las puertas para dicho acontecimiento.
Decidí asistir al día de inauguración esperando ver algo nuevo, diferente y que haga que mis expectativas se cumplan.

Al llegar encontré muy rápido un lugar para estacionar el auto y además cerca de la entrada, algo que me sorprendió  ya que pensé que tendría que caminar muchas cuadras como lo hago cuando asisto a la feria ExpoCruz.

Llegué a la entrada y me puse en la fila para poder comprar mi boleto, esperé unos 3 minutos para llegar a la ventanilla y me digan que la compra de entradas no era ahí, sino en la ventanilla de otro sector, (no había ningún tipo de aviso que diga donde se compraban las entradas). Un poco molesta así lo hice y finalmente pude entrar a la feria y ver lo que me esperaba.

Decidí iniciar mi recorrido por el salón de la Manzana 1, algo nuevo y la verdad muy bonito, tiene unas obras de arte muy lindas y libro de fotografía y de pintura para el público. Un espacio que recomiendo para todos los que vayan a visitar la feria del libro, es algo innovador y creativo.

Continúe mi visita por el pabellón infantil y me decepcionó porque otros años estaba más preparado, tenia actividades, decoraciones más bonitas y creo que antes lo planeaban con más entusiasmo. En el centro del pabellón hay un gran dragón y a los costados actividades para dibujar y pintar y estas son separadas por biombos que dividen los espacios al costado del salón.

Seguí por los pabellones principales de la feria esperando encontrar novedades, pero no encontré nada nuevo, eran los mismos stands, el de Sarita Mansilla destinado a su obra “Benjamín”, el espacio de La Hoguera y el de Santillana, la parte de los comics, la editorial "Altlas" con su clásico libro que siempre ofrece en la feria "Worl Record Guinness 2017", un pequeño espacio para librerías con sus accesorios, la librería Ateneo y la dulcería que se encuentra al frente, los clásicos de la feria, siempre en los mismos lugares. Tal vez había uno que otro stand nuevo, pero que no resaltaba. Me gustaría destacar la presencia del café Alexander que cada año cambia su decoración ¡Felicidades Alexander por cada año actualizar tu espacio destinado!.

Para finalizar el recorrido quise dejar de último el pabellón juvenil y muy emocionada fui. Al entrar me llevé la sorpresa de que parecía más una feria de universidades que una feria del libro, mi decepción fue tan grande que no me quedé ni cinco minutos en aquel lugar.

Caminando hacia la salida ya lista para abandonar la feria, dos jóvenes estudiantes de la carrera de Comunicación Audiovisual me preguntaron a mi y a quienes me acompañaban si podían entrevistarnos, aceptamos y, bueno, fueron las clásicas preguntas ¿por qué vienen a la feria? ¿qué tipo de libros les gusta leer? ¿qué le dirían ala gente para que vengan a la feria? Etc. Etc. Etc. y las respuestas también fueron casi mecánicas.

Era la primera vez que asistía a la feria del libro en su 1er día, en conclusión, nunca más iré en ese día ya que las cosas no están terminadas y muchos salones, como el salón Sebastián Molina, sin inaugurar. Se supone que es el primer día y que todo ya debería estar habilitado para los visitantes.


Al salir de la feria, estaban las típicas dulceras y los carros de fridositas esperando a los mismos clientes de todos lo años en una feria que no cambia.

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