Santa Cruz de la Sierra, una ciudad con más de dos
millones de habitantes -según el Instituto Nacional de Estadística- presenta
unos de los problemas constantes en países subdesarrollados: el mal uso del
transporte público.
La ciudad metrópolis de Bolivia no cuenta con
servicios eficientes que brinden seguridad y bienestar a los usuarios;
se caracteriza por la ineficiencia, falta de aseo en su interior y carencia de
precaución por parte de los conductores.
El servicio lo prestan
minibuses, taxis -tanto formales como improvisados-, y los llamados “trufis”. Estos últimos están siendo controlados desde el martes 14 de marzo por los efectivos de Tráfico y
Transporte, para que no ingresen al centro de la ciudad. Entre el tercer anillo y el mercado Mutualista, ocasionaron una
congestión grave que afectó a los demás conductores.
No es novedad para los usuarios frecuentes en la
ciudad la forma poco cautelosa de manejar que tienen estos choferes. No
respetan los límites de velocidad, no utilizan las señalizaciones –muchos autos
ni siquiera tienen las luces reglamentarias-, y mucho menos ceden el paso a otros conductores o peatones.
Algo paradójico, es que existen aplicaciones y páginas
web, como www.cruzero.net , en donde se
puede rastrear la ruta del microbús, conocer las paradas e inclusive enviar
sugerencias, pero no se ve una mejoría en el servicio que el transporte urbano ofrece.
Es vital, para el correcto uso de las vías y bienes
públicos, la educación y preparación que se le pueda dar a quienes prestan el servicio, ya que no sólo está en juego la vida de los conductores, sino la de miles de particulares que diariamente usan las vías.
Crear conciencia social depende de todos porque el caos vehicular y el mal servicio público son características de la falta de cumplimiento de la ley y el subdesarrollo.
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